martes, 9 de enero de 2007

Hablar sin decir nada

Somos animales sociables por naturaleza, venimos al mundo dependiendo totalmente de nuestros padres, de su afecto y de su cuidado, tenemos a lo largo de la vida que relacionarnos por obligación con muchísimas otras personas, y sin embargo no hay forma de que dos personas, poniendo de su voluntad lleguen a entenderse.

En el campo de la psicología se explica esto argumentando que no tenemos la misma unidad para medir los conceptos, y que por eso, para lo que a uno es bueno y ameno, para otro puede ser lo contrario.


Pero al margen de la psicología y sus canales y métodos de asimilación individual, el ser humano es social, y no tendría que existir una disfunción tan enorme entre los demás, si es cierto que somos más complejos que los animales, pero nos complicamos también todo lo que podemos.


¿Cuantas veces al día somos sinceros y decimos realmente lo que pensamos?

Prácticamente nunca.

Y esto también se expresa, no con palabras, pero es un cúmulo de signos físicos, incluso en ocasiones, basta mirar a alguien a los ojos para saber que te está mintiendo, y no se expresa con palabras pero lo que dice se queda en el aire, lo captamos y molesta saber que te engañan, que tienen segundas intenciones.


Es frustrante desde mi propio punto de vista, desde mi experiencia, el libre albedrío en la interpretación de otros, al que se llega cuando las cosas no se dicen como realmente son.

Uno puede estar mandando mensajes de amistad y la otra persona captar las cosas desde un punto de vista irónico y pensar que se le toma el pelo ¿Pero por qué es tan puñeteramente complicado decir las cosas?


Ejemplo:

- ¿Hijo este año te vas a venir a casa por navidades?

(Piensas, otro año más, encerrado en casa de mis padres, escuchando las peleas cotidianas, a mi padre quejándose de todo, mi madre con el llanto en la mano todo el día... puff)

- Pues... no sé mamá tendré que pedir unos días en el trabajo, y ya sabes que es una época muy difícil para escaquearse... (¡Por dios!)

- Es que.... a tu padre y a mí nos haría ilusión que te vinieras, para verte, que ya te echamos de menos (Piensa ella, vienes que me da pena tener que pasar las navidades con este hombre que no hace otra cosa que quejarse y me tiene aquí, como si fuera poco menos que un mueble...).


¿Así cómo va a haber un buen entendimiento?

Otro ejemplo

una pareja conversa y se exponen:

- Oye... ¿y si vamos hoy al cine? (me aburre estar aquí haciendo el ganso)

- Puff... no tengo ganas de salir... (No quiero gastar dinero porque a este paso no me compro el coche nuevo en la vida)

- Siempre estás igual, nunca quieres hacer nada que yo proponga (me tienes hasta las narices de tener que ir detrás de ti como un perrito faldero)

- Es que tu lo único que quieres es gastar dinero (como tu no te lo tienes que currar, y además lo único que te interesa lo tienes todo en el televisor)


Sé que es deprimente, pero es el pan de cada día, es utópico pretender que mientras que no cambien los esquemas mentales de los humanos, leerse las mentes de buenos resultados, pero de ahí a no decir una derecha, a transcribir todo al idioma que más nos conviene en ese momento, no sé... , no se llega muy lejos así, a lo más que se puede llegar es a aplazar un conflicto inminente.


Es una triste pena contar las cosas por la necesidad de expresarse y no decir nada, hablar por costumbre con alguien, por hábito, y no decir mas allá que simples formulas de cortesía.

-Hola
-¿Que tal?
-Bien
-Me alegro (opcional)
-Ya nos veremos... (Para decirnos la misma chorrada)

¿Qué clase de "conversación se supone que es esta?
No sabemos ni alegrarnos por ver que hay vida más haya de nuestro ombligo.
¿No tenemos recursos para poder exponer, aun que sea de forma muy breve, como nos sentimos?, ¿qué es sentirse bien? ¿Lo mismo que te venden en un anuncio de compresas?

Es cierto que con un vecino del bloque profundizar más es complicado si sólo se limita tu relación a subir y bajar por el ascensor o las escaleras.

Pero es que este ejercicio mecánico de comunicación es cómodo y sin apenas poner mucho empeño se traslada al terreno familiar, a los amigos, y en el peor de los casos a uno mismo.


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