lunes, 4 de diciembre de 2006

Camuflaje para pasar sin dejar huella


No destacar, ni por lo bueno o lo malo, simplemente camuflarse, quedar en los libros del registro civil como un número, es triste, y por eso el ser humano desde que tiene conciencia del ciclo de la vida, intenta dejar su huella, unos con grandes hazañas como Gandhi y otros con grandes desastres a su paso como Athila.
Pero desde siempre se intenta dejar huella, lo más profunda que sea posible, consciente o inconscientemente y esto se puede interpretar por el sentimiento de apego a la vida de los seres humanos, y el sentimiento de frustración y nostalgia cuando se hecha cuenta hacia atrás y no queda nada construido, nada que las generaciones posteriores puedan asociar a tu persona, y esto crea frustración por un sentimiento de no auto realización, a la que esta evocado el ser humano por ser inconformista por aprendizaje.

Si llegásemos a darnos cuenta de que por el mero hecho de ser seres humanos con ética y valores, ya merecemos que nos recuerden, y que teniendo ambas cosas no necesitaremos grandes monumentos de piedra para hacernos inmortales de alguna forma, porque nuestra vida se hará plena ante nuestros ojos, y que seremos más felices porque no intentaremos destacar en el trabajo por encima de los demás, ser los más guapos, los más divertidos, los más ricos, o tener hijos y proyectar en ellos un apéndice de nuestra persona... seguramente cuando dejemos de buscar formas alternativas de destacar, vivamos mejor y más a gusto.

Y lo más curioso de todo esto es que somos nosotros mismos quienes nos limitamos y nos encasillamos en "no especiales" porque nos han educado en un no destacar y ser parecidos al común denominador, que de hecho rellena por otros ámbitos el hueco que deja nuestro afán de superación subdesarrollado, por qué la media de cultura es baja, por poner un ejemplo, no hará falta que yo destaque como un "coquito" en clase, total..., no sirve de nada ser diferente, o si todo el mundo hace lo que le dicta el libre albedrío continuamente, por qué tendría yo que acatar normas morales, éticas o de cualquier otro tipo... luego entran en conflicto la mirada más general de la edad, que se centra en una ecuación de a más tiempo más cosas conseguidas, con el borrecismo de la juventud.

Somos lo que somos, y somos maravillosos por ser humanos, cuando lleguemos cada uno de nosotros a explotar cada rincón de nuestro yo interno, no quedarán más torres que levantar en nuestro honor, porque nos vallamos cuando nos vallamos, nos iremos felices.

No hay comentarios: